MENSAJES DESDE EL ALMA
PEQUEÑOS RELATOS REALES
Mensaje desde el abismo.
Esta mañana era un día soleado como otros tantos, todo seguía su curso, mi trabajo, reuniones y charlas sobre dónde ir las próximas vacaciones. El tiempo fluía como siempre.
Pero ahora el tiempo se ha parado en seco, se ha quedado paralizado en un extraño limbo. Al recoger unas pruebas de rutina el médico me recibió serio y cabizbajo, me dijo que tengo cáncer, no entendí al principio, como si no fuera conmigo, pero sí, me repitió la frase lapidaria junto a un rostro que parecía regalarme una sentencia de muerte: “tienes cáncer, un cáncer que ha crecido demasiado”. Palabras que retumbaban en mi cerebro como un eco constante. El diagnostico vino acompañado de un pronostico sin salida, me quedaban pocos meses de vida, el tanto por ciento de personas que lo superaban era de un veinticinco por ciento máximo. Mi rostro se iluminó, había quien lo superaba en mis condiciones, en cambio el médico optó por la opción definitiva de que yo no formaría parte de ese pequeño tanto por ciento, daba por hecho que pertenecería al que se debe despedir de la vida y arreglar todo lo pendiente. Esperaba que después vendría el “ pero puedes superarlo”, un tratamiento adecuado…un halo de esperanza, pero no, sus palabras cavaban con cada frase una tumba cercana.
No es lo que esperas: un aliento, ánimos, tiempo para asimilarlo, en cambio dejó caer esa ducha helada con mirada triste como si me diese mi propio pésame.
Salí sin saber siquiera por donde había pasado ni con quienes me habría topado, no existía nada ni nadie, sólo un vacío y un espacio tiempo congelado.
Sentado en un banco de un jardín observo las hojas de los árboles mecerse por el viento, sus sonidos es lo único que me atrapa, el tiempo se ha parado en seco. Pasan por mi mente escenas de mi vida, dicen que eso ocurre cuando estás a punto de morir, pues ha debido adelantarse. Las palabras siguen retumbando, y me pregunto por qué me regaló su pesimismo sin permiso, a bocajarro, a pecho descubierto. ¿Quiénes son para él capaces de pertenecer a ese veinticinco por ciento? No supo contestarme bajando la mirada.
Sigo absorto, nunca me había fijado de este modo en el viento y las ramas de los árboles, parecen que hablan, no existe nada más que este momento. Aviso a mi pareja para que por favor venga a recogerme, pero dentro de una hora, aún no puedo salir de este instante y este viento.
Ha llegado ella y mi mejor amigo, escuchan tras mi silencio. Están aquí y no bajan la mirada. Hablamos como si fuese un eco lejano. Me miran a los ojos, sonríen y me dicen: Eres uno de los que lo superan, lo conseguirás y no te quepa duda de que jamás estarás solo desde este momento, jamás.
Sus palabras de pronto hacen girar la manecilla del tiempo, vuelvo del limbo, me han rescatado, me han sacado a flote cuando me ahogaba lentamente. No sé cómo han llamado a la esperanza pero lo han hecho, “no estarás sólo ni un momento”, cuánta fuerza pueden ejercer las palabras, helarte en un infinito o sacar de ti lo más profundo y poderoso que posees.
El tiempo vuelve a moverse y sea lo que sea que pase, iré a buscar a ese tanto por ciento superviviente, ¿qué han hecho diferente? ¿Qué les caracteriza?, son las personas que quiero conocer. Quiero aprender, y cuando llegue el momento haremos las malestas, pero no ahora, es momento de apostar por la vida.
Luis. Es el momento